Rascale...

29/5/11

AFTER OFFICE...

Llevaba alrededor de un par de horas bebiendo en un local cerca de mi lugar de trabajo, no recuerdo ahora el nombre exacto, sólo recuerdo aquél ardor en la cara, la dermis hirviendo, pensamientos distraídos, las manos adormecidas e hinchadas y la terrible necesidad de penetrar un ser humano, de poseer, de hacer vulnerable a alguien más con mi visión secundaria y alternativa de las cosas, la mirada nublada no me alcanzaba para distinguir con claridad mis pensamientos, mi caminar era torpe pero seguro, me respaldaba en ese momento mi billetera y el no estar consciente engrandecían mi poderío y cubrían mi futura vergüenza, tenía una razón perfecta para no admitir las cosas como en otras ocasiones.
Las luces de los autos semejaban luciérnagas en medio del asqueroso mundo al que pertenecía, nostálgico tal vez y con el ardor del alma que se presenta al sentirse desarmado, me tomaba la libertad de “ayudar” a las personas que observaba detenidamente en mi filme particular, trataba de no quedar corto al intentar y ser generoso al adularme, inventaba una historia para cada sujeto que se atravesaba en mi camino a lo largo de los minutos que pasaban en lo que desfilaba con rumbo a mi auto, el reloj si no mal recuerdo marcaba las 2:30 a.m. tal vez más, me despedía con cierto fantochismo de mis compañeros de juerga de mitad de semana, era un Jueves sino falla la memoria, un día tenso, un día averiado, jodido como solía llamarlos, un día más al fin y al cabo, tome las llaves de mi bolsillo mientras sostenía con la mano surda un vaso de plástico con un poco de brandy aún, en realidad un mucho y poca soda, ya era una costumbre para mí salir con ese trago al final de la noche para terminar de aniquilarme y poder morir en casa sobre las sábanas recién cambiadas, tan pulcras y limpias que me hacían regresar a mi infancia, cosa que me permitía perderme en el sueño de los recuerdos y por increíble que parezca descansar más aún que en un día cotidiano, me tambaleaba un poco por la acera en lo que trataba de identificar mi auto, me despedía a lo lejos de los compañeros y les confirmaba que descansaría e iría directo a casa, no obstante sabía en el fondo que siempre mentía y me quedaba con esa hora extra para pensar, buscar y saciar tal vez mi necesidad, hecho así, subí al auto, di marcha, acomodé como me pareció mejor el asiento, el respaldo, el retro visor y laterales, mire de re ojo que no hubiera ningún buitre-patrulla, era un clásico qué al verte ebrio o mejor dicho saliendo de un bar sospecharan que habías bebido, cosa que no suena rara, pero como siempre sólo buscaban extorsionar y según ellos darte un susto, tal vez con los primerizos, en este caso eso ya no funcionaba conmigo.
Sintonice alguna canción en el radio, busque algo bueno, nada; recordé tener un cd de buena música que seguro me ayudaría a sonreír un poco y confirmar mi viaje, repetí la canción unas 15 veces hasta que comencé a divisar a las orillas de la avenida a las prostitutas, era inevitablemente el camino a casa por el que tenía que pasar y que sin duda no lo evitaba, muchos autos detenidos, preguntando, imaginaba si hubiera algunos conocidos ahí formados, bebidos, transtornados ó simplemente engañando a sus esposas, fingiendo estar en una junta, o de viaje, no lo sé.
Di un par de vueltas hasta localizar lo que en ese momento buscaba, una mujer alta, madura, de pelo rubio y un tanto crespo, de muy buenas formas, deliciosas si es posible decirlo así, me orille sobre la avenida y le sonreí, sin temor alguno se acercó saltando la pequeña barrera de contención ubicada sobre la orilla de la acera, era muy alta y fornida, un tanto temeroso bajé sólo un poco la ventana del copiloto en donde apenas escuchaba lo que me decía con una sonrisa dibujada…“TE AMO” susurraba, al menos eso me parecía, estaba nervioso, ansioso, esa sensación de hormigueo en el estómago, algo meramente reactivo en el organismo y difícil de explicar pero no de entender, saben a lo que me refiero, ya ahí di un trago más al brandy, me incliné sobre el asiento hasta que me detuvo el cinturón de seguridad, quedé suspendido en el vacío, le pregunte cuanto me cobraría con voz aguardientosa y un tanto torpe, me dijo una cantidad que ahora no recuerdo, mejor dicho no la entendí en ese momento, la verdad me daba igual, estaba logrando hacerme sentir que es lo que al final buscaba, brome con ella un poco, le toque el muslo con mi mano derecha tratando de abarcar toda su pierna y un poco más, no pareció molestarle, le ofrecí un poco de mi bebida al sentirla fría, yo por supuesto no lo notaba por el alcohol que había ingerido, pero en realidad ahora que recuerdo ella temblaba un poco y ponía sus manos entre sus piernas mientras trataba de agradarme y me incitaba a animarme, me daba indicaciones de a dónde ir, me señalaba con la mano y se peinaba en el espejo del copiloto, era muy linda, se notaba un poco distante a ratos, tal vez drogada o algo así, no lo podría asegurar, le recalcaba lo bien que se veía y fantaseaba un poco con ella al preguntarle si saldría conmigo y que lugares le gustaban, su comida favorita y bares, tal vez el cine, le proponía, ella sonriente me decía que seguro, sin problema, me dio su número de celular y lo apunté, le hice una llamada incluso para que el mío se quedara en su memoria.
No pasaron más de 5 minutos en lo que llegamos a una calle en forma de cuchilla en donde se ubicaba una pequeña puerta, parecía escondida, había árboles grandes, el follaje parecía ocultar los secretos de aquellos habitantes, sobre la calle estacionados unos camiones de mudanzas si no mal recuerdo, azul con amarillo, estacioné a la vuelta, me pidió le pagara por anticipado, me dio igual, le di el dinero y bajamos del auto, me tomó de la mano, me dejó esperando en lo que buscaba su llave, era su casa o algo por el estilo, abrió, se asomó e intercambió algunas palabras con un travestí que era como el cuidador o conserje, no lo sé, le gritó un poco, abrí la puerta y me acerqué, le comentaban que no se podían llevar clientes ahí, que ella se hacía responsable, me imagino vivían ahí varias prostitutas y se sentían inseguras, caminamos alrededor de 5 metros y abrió una pequeña puerta blanca, me hizo pasar, la verdad en ese momento no me agradó tanto al idea pero ya estaba ahí, era una habitación pequeña, tal vez 3 metros de ancho por 6 de largo, en un extremo de la habitación estaba una mujer recostada en una cama sucia, veía la televisión y cambiaba de canales compulsivamente, en realidad no podía distinguir muy bien, la oscuridad y las copas hacían su trabajo, la dermis seguía hirviendo mientras mis labios se cosían lentamente, me tomó de la mano nuevamente y me llevó al extremo contrario, saludó a su amiga y le comentó que no tardaría, la otra chica no se movió, mejor dicho no le importó y no apartó la vista del televisor, en ese extremo había una pequeña ventana que daba a la calle y un sillón que apestaba, olía muy mal en verdad, semejante al hedor de una rata muerta, se bajó los pantalones y se puso de rodillas en el sofá, me pidió que se la metiera, sacó un condón de su cartera y lo puso de manera extraña e incorrecta, la verdad es que estaba yo para ese entonces en otro lado, pensando muchas cosas y con un viaje fuera de ahí, tomé sus nalgas, las tenía en parte amoratadas, seguramente víctima de inyecciones de silicón en el mejor de los casos, se sentían gelatinosas, extrañas, movía su cabellera de un lado a otro, el hedor seguía penetrando mis fosas, por momentos cerraba los ojos y me quedaba dormido, en trance, respiraba fuertemente, quemaba mi aliento, comencé a observar mi alrededor en lo que mecánicamente la seguía penetrando y ella me decía cosas sexuales incoherentes, el suelo estaba lleno de basura, sucio, de mi lado derecho había un plato en el suelo con diferentes cosas, cáscaras, semillas, collares o eso me pareció, incluso había pedazos de tortilla seca, algo extraño, veladoras apagadas y viejas debajo de una pequeña mesa, no distinguía bien a decir verdad, al seguir con la mirada en la oscuridad y con el pobre reflejo de la luz del televisor alcance a descifrar la figura que estaba a mi derecha, era de tamaño casi de un niño de 12 años, estaba sobre un pequeño altar o algo así, túnica roja, manos a modo de predicación y medallas colgadas de las mismas, una capucha, un tanto aterrador, contuve el aliento, pensé un par de cosas fatales, tal vez más…y si me asaltaban, me golpeaban ó me asesinaban, tal vez quitarme un órgano y venderlo, secuestrarme; alcance a ver mejor, era la figura de la santa muerte, en ese momento me asusté un poco, seguía de manera mecánica, súbitamente corte de tajo la cojida y me pregunté qué hacía allí, me comencé a vestir, casi caigo, se dio un pase y se quedó ahí vistiéndose, sentada en el sillón, perdida, me despedí y salí de ahí, la otra chica seguía con el televisor, subí a mi auto con paranoia, avance unos metros y me sentí seguro, reí para mí acerca de lo que acababa de pasar, me tranquilicé, di otro trago al brandy, bajé el vidrio y aventé el resto a la calle, mientras conducía escuche como el vaso de plástico a lo lejos rebotaba en el asfalto y se desvanecía al avance, sólo esperaba llegar a casa para descansar y levantarme a tiempo para no llegar tarde a la reunión laboral del día siguiente.

JMR

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