Rascale...

30/5/11

Dormitando...

Nos levantamos tarde, no sé qué pasa contigo aún, sigues con la sensación de haber bebido sangre, has estrellado una botella en el suelo en medio de la borrachera, la vajilla de mamá, y un puñetazo incómodo a un ex novio de tu nena, quédate aquí, que nadie se entere de cómo será en esta ocasión, disfraza un poco tu aliento a hierba, tu mirada lenta y tu ímpetu por dejar este lugar, tu piel luce un tanto seca y tu corazón ya no marcha igual, chico listo, te has quedado sin motricidad, es hora de irse, la palabrería de doble sentido ya no acomoda en tu melena de león, nadie lo creerá pero así es, el Cristo te ha observado últimamente, por más que lo repaso no parece haber una salida, tarareo una canción; no tengo la camisa encima, sólo calzoncillos apretados, descalzo palpo las alas de una cucaracha que ha muerto al aplastarla sin querer -asco me digo en la mente-, abro la puerta del refri, tsssssssssuuummmmmmmm me saluda, la luz ciega mi vista por segundos, sólo un ojo lo tengo abierto, parecería que coqueteo con el vino blanco y el jamón, un escalofrío recorre mi espalda, le doy un trago a un jugo viejo, sigo con la piel caliente y la cabeza zumbando, trago un poco de saliva, duele, la quijada dormida y la sensación de que alguien me observa, parece que esta noche no es mi noche de suerte, tal vez no cambie mi mundo, regreso a la alcoba y pienso en que el calor me mata, enciendo el ventilador, con cuidado me dirijo al cajón de las medicinas y tomo un poco de alcohol y algodón, debajo de mi almohada está la navaja, lo agarro con familiaridad, me recuesto suavemente, me quedan sólo 9 minutos, corto de a poco la piel del cuello, dejo que sangre gentilmente mientras seco con el algodón la sangre y desinfecto con el alcohol, arranco con un suave movimiento y con ambas manos y mucha precaución la cabeza, para que no ruede lejos, la dejo en el buró junto a la biblia, me dispongo a soñar…

JMR

29/5/11

AFTER OFFICE...

Llevaba alrededor de un par de horas bebiendo en un local cerca de mi lugar de trabajo, no recuerdo ahora el nombre exacto, sólo recuerdo aquél ardor en la cara, la dermis hirviendo, pensamientos distraídos, las manos adormecidas e hinchadas y la terrible necesidad de penetrar un ser humano, de poseer, de hacer vulnerable a alguien más con mi visión secundaria y alternativa de las cosas, la mirada nublada no me alcanzaba para distinguir con claridad mis pensamientos, mi caminar era torpe pero seguro, me respaldaba en ese momento mi billetera y el no estar consciente engrandecían mi poderío y cubrían mi futura vergüenza, tenía una razón perfecta para no admitir las cosas como en otras ocasiones.
Las luces de los autos semejaban luciérnagas en medio del asqueroso mundo al que pertenecía, nostálgico tal vez y con el ardor del alma que se presenta al sentirse desarmado, me tomaba la libertad de “ayudar” a las personas que observaba detenidamente en mi filme particular, trataba de no quedar corto al intentar y ser generoso al adularme, inventaba una historia para cada sujeto que se atravesaba en mi camino a lo largo de los minutos que pasaban en lo que desfilaba con rumbo a mi auto, el reloj si no mal recuerdo marcaba las 2:30 a.m. tal vez más, me despedía con cierto fantochismo de mis compañeros de juerga de mitad de semana, era un Jueves sino falla la memoria, un día tenso, un día averiado, jodido como solía llamarlos, un día más al fin y al cabo, tome las llaves de mi bolsillo mientras sostenía con la mano surda un vaso de plástico con un poco de brandy aún, en realidad un mucho y poca soda, ya era una costumbre para mí salir con ese trago al final de la noche para terminar de aniquilarme y poder morir en casa sobre las sábanas recién cambiadas, tan pulcras y limpias que me hacían regresar a mi infancia, cosa que me permitía perderme en el sueño de los recuerdos y por increíble que parezca descansar más aún que en un día cotidiano, me tambaleaba un poco por la acera en lo que trataba de identificar mi auto, me despedía a lo lejos de los compañeros y les confirmaba que descansaría e iría directo a casa, no obstante sabía en el fondo que siempre mentía y me quedaba con esa hora extra para pensar, buscar y saciar tal vez mi necesidad, hecho así, subí al auto, di marcha, acomodé como me pareció mejor el asiento, el respaldo, el retro visor y laterales, mire de re ojo que no hubiera ningún buitre-patrulla, era un clásico qué al verte ebrio o mejor dicho saliendo de un bar sospecharan que habías bebido, cosa que no suena rara, pero como siempre sólo buscaban extorsionar y según ellos darte un susto, tal vez con los primerizos, en este caso eso ya no funcionaba conmigo.
Sintonice alguna canción en el radio, busque algo bueno, nada; recordé tener un cd de buena música que seguro me ayudaría a sonreír un poco y confirmar mi viaje, repetí la canción unas 15 veces hasta que comencé a divisar a las orillas de la avenida a las prostitutas, era inevitablemente el camino a casa por el que tenía que pasar y que sin duda no lo evitaba, muchos autos detenidos, preguntando, imaginaba si hubiera algunos conocidos ahí formados, bebidos, transtornados ó simplemente engañando a sus esposas, fingiendo estar en una junta, o de viaje, no lo sé.
Di un par de vueltas hasta localizar lo que en ese momento buscaba, una mujer alta, madura, de pelo rubio y un tanto crespo, de muy buenas formas, deliciosas si es posible decirlo así, me orille sobre la avenida y le sonreí, sin temor alguno se acercó saltando la pequeña barrera de contención ubicada sobre la orilla de la acera, era muy alta y fornida, un tanto temeroso bajé sólo un poco la ventana del copiloto en donde apenas escuchaba lo que me decía con una sonrisa dibujada…“TE AMO” susurraba, al menos eso me parecía, estaba nervioso, ansioso, esa sensación de hormigueo en el estómago, algo meramente reactivo en el organismo y difícil de explicar pero no de entender, saben a lo que me refiero, ya ahí di un trago más al brandy, me incliné sobre el asiento hasta que me detuvo el cinturón de seguridad, quedé suspendido en el vacío, le pregunte cuanto me cobraría con voz aguardientosa y un tanto torpe, me dijo una cantidad que ahora no recuerdo, mejor dicho no la entendí en ese momento, la verdad me daba igual, estaba logrando hacerme sentir que es lo que al final buscaba, brome con ella un poco, le toque el muslo con mi mano derecha tratando de abarcar toda su pierna y un poco más, no pareció molestarle, le ofrecí un poco de mi bebida al sentirla fría, yo por supuesto no lo notaba por el alcohol que había ingerido, pero en realidad ahora que recuerdo ella temblaba un poco y ponía sus manos entre sus piernas mientras trataba de agradarme y me incitaba a animarme, me daba indicaciones de a dónde ir, me señalaba con la mano y se peinaba en el espejo del copiloto, era muy linda, se notaba un poco distante a ratos, tal vez drogada o algo así, no lo podría asegurar, le recalcaba lo bien que se veía y fantaseaba un poco con ella al preguntarle si saldría conmigo y que lugares le gustaban, su comida favorita y bares, tal vez el cine, le proponía, ella sonriente me decía que seguro, sin problema, me dio su número de celular y lo apunté, le hice una llamada incluso para que el mío se quedara en su memoria.
No pasaron más de 5 minutos en lo que llegamos a una calle en forma de cuchilla en donde se ubicaba una pequeña puerta, parecía escondida, había árboles grandes, el follaje parecía ocultar los secretos de aquellos habitantes, sobre la calle estacionados unos camiones de mudanzas si no mal recuerdo, azul con amarillo, estacioné a la vuelta, me pidió le pagara por anticipado, me dio igual, le di el dinero y bajamos del auto, me tomó de la mano, me dejó esperando en lo que buscaba su llave, era su casa o algo por el estilo, abrió, se asomó e intercambió algunas palabras con un travestí que era como el cuidador o conserje, no lo sé, le gritó un poco, abrí la puerta y me acerqué, le comentaban que no se podían llevar clientes ahí, que ella se hacía responsable, me imagino vivían ahí varias prostitutas y se sentían inseguras, caminamos alrededor de 5 metros y abrió una pequeña puerta blanca, me hizo pasar, la verdad en ese momento no me agradó tanto al idea pero ya estaba ahí, era una habitación pequeña, tal vez 3 metros de ancho por 6 de largo, en un extremo de la habitación estaba una mujer recostada en una cama sucia, veía la televisión y cambiaba de canales compulsivamente, en realidad no podía distinguir muy bien, la oscuridad y las copas hacían su trabajo, la dermis seguía hirviendo mientras mis labios se cosían lentamente, me tomó de la mano nuevamente y me llevó al extremo contrario, saludó a su amiga y le comentó que no tardaría, la otra chica no se movió, mejor dicho no le importó y no apartó la vista del televisor, en ese extremo había una pequeña ventana que daba a la calle y un sillón que apestaba, olía muy mal en verdad, semejante al hedor de una rata muerta, se bajó los pantalones y se puso de rodillas en el sofá, me pidió que se la metiera, sacó un condón de su cartera y lo puso de manera extraña e incorrecta, la verdad es que estaba yo para ese entonces en otro lado, pensando muchas cosas y con un viaje fuera de ahí, tomé sus nalgas, las tenía en parte amoratadas, seguramente víctima de inyecciones de silicón en el mejor de los casos, se sentían gelatinosas, extrañas, movía su cabellera de un lado a otro, el hedor seguía penetrando mis fosas, por momentos cerraba los ojos y me quedaba dormido, en trance, respiraba fuertemente, quemaba mi aliento, comencé a observar mi alrededor en lo que mecánicamente la seguía penetrando y ella me decía cosas sexuales incoherentes, el suelo estaba lleno de basura, sucio, de mi lado derecho había un plato en el suelo con diferentes cosas, cáscaras, semillas, collares o eso me pareció, incluso había pedazos de tortilla seca, algo extraño, veladoras apagadas y viejas debajo de una pequeña mesa, no distinguía bien a decir verdad, al seguir con la mirada en la oscuridad y con el pobre reflejo de la luz del televisor alcance a descifrar la figura que estaba a mi derecha, era de tamaño casi de un niño de 12 años, estaba sobre un pequeño altar o algo así, túnica roja, manos a modo de predicación y medallas colgadas de las mismas, una capucha, un tanto aterrador, contuve el aliento, pensé un par de cosas fatales, tal vez más…y si me asaltaban, me golpeaban ó me asesinaban, tal vez quitarme un órgano y venderlo, secuestrarme; alcance a ver mejor, era la figura de la santa muerte, en ese momento me asusté un poco, seguía de manera mecánica, súbitamente corte de tajo la cojida y me pregunté qué hacía allí, me comencé a vestir, casi caigo, se dio un pase y se quedó ahí vistiéndose, sentada en el sillón, perdida, me despedí y salí de ahí, la otra chica seguía con el televisor, subí a mi auto con paranoia, avance unos metros y me sentí seguro, reí para mí acerca de lo que acababa de pasar, me tranquilicé, di otro trago al brandy, bajé el vidrio y aventé el resto a la calle, mientras conducía escuche como el vaso de plástico a lo lejos rebotaba en el asfalto y se desvanecía al avance, sólo esperaba llegar a casa para descansar y levantarme a tiempo para no llegar tarde a la reunión laboral del día siguiente.

JMR

28/5/11

SUSTANCIAL...

Llevaba algunos días sin tener mayor interacción con la sociedad, es decir de manera breve y a grandes rasgos amanecía para mí a eso de las 11:30 a.m. el calor de las cobijas se hacía insoportable a tal manera que el cuello y sobre todo la nuca estaban siempre húmedas, abría los ojos lentamente tratando de reconocer el lugar, escuchaba a lo lejos el murmullo de una capital viciosa, enredada, a decir verdad un tanto despreciable y llena de grandes cosas, acompañada de grandes temas que no siempre eran los mejores, un vaso de jugo de naranja me despabilaba la garganta si tenía buena fortuna, tal vez un poco del guiso de la semana pasada refrigerado y un tanto rancio, ocioso, mejor dicho desganado, deambulaba mientras veía como pasaba el tiempo en el reloj de pared que mi padre había heredado de su abuelo siendo esto un gran regalo que en verdad para mí no significaba nada, pero como ellos decían, tenían un valor sentimental, algo que yo no alcanzaba a relacionar en mi mente aún, prendía el televisor y ahí estaba otra vez, la noticia del asesinato, del secuestro, la injusticia y en el fondo la auto destrucción, animales extintos, peleas por dinero, petróleo, futbol, mujeres, la fama, tal vez el jet set, ja, ja, ja; en el fondo te restregaban lo que todos sabíamos, se acababa el mundo por razones obvias, había llegado el ser más despreciable desde hace años, el más destructivo, el violento, la peor plaga para el planeta… el humano, cambiaba el canal una y otra vez, un poco de comedia gringa, algún documental, no sé, me sentía abotagado, cansado, mis días los terminaba con un video juego, un campeonato de FIFA generalmente, tal vez a las 4:00 a.m. o en la red viendo pornografía, tratando de encontrar cosas, buscando el significado de los sueños que tuve la noche anterior, tal vez viviendo lo que algunos de los que están ahí , por lo menos deseándolo.
La comida era sólo una al día, no quería molestar a nadie, la verdad se comía lo que se podía, lo que había al alcance, después un paseo a un centro comercial a observar, ¿qué hacen?, ¿se le ofrece algo más?, etc… se escuchaba decir a los encargados, me daba un poco de risa debo admitirlo, aquéllos empleados que me veían entrar con un aire de desprecio o asco tal vez por mi apariencia, un “out fit” de “nobody”… sandalias, sin bañar, con los cabellos enmarañados y aplastados por la almohada, la barba crecida y un dejo de aburrimiento y desinterés, miraba yo sin inmutarme por aquí y por allá, algunos se acercaban y me miraban, hacían alguna mueca y no daban pie a la compra, se marchaban en busca de alguien más redituable por así decirlo, me agradaba que los tímidos, tal vez los nuevos eran los únicos en intentar su venta, ellos eran los que por necesidad quiero imaginar y a decir de sus compañeros y falta de experiencia lo intentaban, algunos se reían al verlo aproximarse, incluso la gente de seguridad rondaba por ahí para asegurarse claro de que no hurtara nada, de pronto llamaba al muchacho tímido que se había acercado y brindado información, compraba un par de camisas sin mayor preámbulo, una cuenta importante que le representaría una buena comisión al empleado, le sonreía y en el fondo me agradaba pensar que le enseñaba una lección, tal vez de manera muy arrogante, nada especial; caía la tarde y me ponía en línea, me masturbaba un poco, deseaba a las mujeres de mis prójimos y bueno me condenaba, me servía un trago y listo, imaginaba que mañana sería mejor, tal vez esperando siempre estar en otra dimensión, sin saberlo en pocos días mi destino cambiaría de manera importante.
Tocaron a mi puerta a eso de las 9:30 a.m., algo temprano para mí, la cabeza me estallaba, la noche anterior había estado en un bar con unas chicas y se alargó la fiesta, prácticamente acababa de llegar, decidí no atender aquél llamado sin saber o imaginar cuál sería la consecuencia…
6:30 p.m. me levantaba apaleado de la cama, parecía que hubiera estado en coma, bajé las escaleras de manera controlada, despacio, me acerqué a la puerta, escuche ruidos, sin pensarlo me asomé por la mirilla y alcancé a ver a un sujeto bastante extraño, no sabría como describirlo, abrí rápidamente la puerta tratando de alcanzarlo sin éxito, pisaba en ese momento un sobre con información importante se leía, lo tomé y decidí entrar a la casa después de un largo bostezo, lo dejé sobre la mesa, me dirigí hacía el refrigerador dispuesto a saciar mi sed.
Tomé el sobre de la mesa, lo revisé y me vino a la mente una sensación un poco extraña, tal vez era la resaca, trataba de no pensar mucho en ello, leí la carta que citaba lo siguiente:
Estimado Sr. Turrev por medio de la presente le informamos que no tiene derecho a seguir en este planeta con vida, le pedimos que a la brevedad se despida de sus seres queridos y proceda con su nota de suicidio y consumar el citado hecho, de lo contrario se verá envuelto en una persecución que tendrá como objetivo terminar con sus días.
Atte: JMJC
Comencé a sonreír…

27/5/11

Súbito…

Te volví a tocar, muy cerca, me quedo sin palabras, ya tenía un tiempo sin hacerlo, tan cerca qué, creí realmente te había conseguido, como nunca, como siempre lo quise, imaginé, viajé y te vi, te idealicé y de pronto otra vez ahí, tan real, en el suelo tendido, confuso, melancólico, tal vez sería la descripción, sin palabras. Escuchaba promesas a lo lejos, reclamaciones, consejos y guías que no me llevaban a ningún lado; recorriste mi espalda tan suave y tan fuerte al mismo tiempo, con furia y con calma, lentamente, súbitamente, interminable y al mismo tiempo tan corto, te has vuelto a esfumar, entre los gritos te perdí y en mi desesperación ya no te conocí, como siempre…lo eché a perder, nada pasa, todo sigue en calma.

JMR

26/5/11

Palpable...

Una vez más sumergido en la dinámica del ácido, la destrucción voráz, ojos marchitos llenos de coágulos de sangre, desesperación, jaula biotécnica, puerta de la esperanza cerrada, recuerdos vagos de intenciones absurdas, acronológico, voz desintegrada en el aire, dulce sonido fingido, suaves tactos navaja, tan burdo, inecesario, sueño convertido en realidad que devora, pesadilla que acaba en realidad.

JMR

25/5/11

La Casa...

Me detuve frente al número 177 de la Av. La Plata, estacioné a la vuelta y baje cuidadosamente, eché un vistazo a los alrededores, era temprano para un domingo, no había mucho movimiento se respiraba un olor a frescura, un poco a hierba y otro tanto a melancolía, hacía frío y una que otra persona pasaban con bolsas de mandado, traté de que nadie me viera, la puerta de la unidad en donde se encontraba el 203 estaba abierta.
 
 Reconocía el lugar, hace años llevaba mis anhelos por esos lugares a crecer, alguna vez por ahí, por esos rumbos creí que viviría algo nunca vivido y así fue.

Algunos niños se encontraban en el patio de la unidad corriendo, jugando, daban algunos gritos, uno de ellos corrió hacia mí y viéndome de arriba abajo me preguntó…

¿Qué haces aquí?
No supe contestar
¿Qué buscas?

Lo mire con odio y solo seguí de largo, algunos perros callejeros ladraron al verme pasar.
Su edificio era el más próximo, estaba estacionado el automóvil de su familia, no se veía movimiento, la puerta del edificio “B” estaba bajo llave, saqué hábilmente de mi bolsa trasera unas pequeñas pinzas que había diseñado con fines mecánicos pero que indudablemente se podían utilizar para muchas otras cosas como en esta ocasión, alguna vecina metiche me miró extrañada, vagamente le sonreí y expresé un “chingue a su madre” entre dientes, me contestó agitando la mano de manera extraña, por fin abrió y subí las escaleras, sigiloso, algunos departamentos desprendían olores de comida, desayuno, otros ruidos distantes de t.v., imaginaba la vida que tenían todos ellos atrás de esas puertas y todo lo que ocultaban también, la zona no era muy bonita, de hecho era más bien fea y peligrosa, alguna puerta se abría y se cerraba, eco en las escaleras, uno que otro grito, me detuve frente a su puerta, nervioso y agitado contemple y repasé en la mente lo que había que hacer.

Pasaron algunos minutos y me quedé observando el piso siguiente a través del cubo del edificio, arriba y abajo, no parecía haber movimiento, saqué nuevamente las pinzas, sudaba frío y trataba de concentrarme mientras las catarinas subían por mis dedos desnudos, fríos y azulados, mi respiración se hacía cada vez más controlada, ya no temblaba tanto, en mi mente le llevaba un gran ramo de flores, en mi realidad le llevaba una sorpresa.
Parecía no haber nadie, se escuchaba todo muy tranquilo, las pinzas no estaban funcionando, regresé al nerviosismo, me sudaron las manos y torpemente cayeron de ellas, el sonido fue ensordecedor y se detuvo el tiempo un par de segundos, apreté la mandíbula esperando que no hubiera escuchado nadie, en realidad el sonido había sido mínimo, yo lo había sentido exagerado, estaba en un dilema, no sabía como entrar ahora, súbitamente se escucho una tos y me retiré rápidamente de la puerta, subí un piso más y se abrió la puerta, una señora como de 60 años con bata aún salió, despeinada y adormilada cargando dos bolsas de basura, dejando la puerta entre abierta, bajó las escaleras mientras el grito del basurero se escuchaba en la calle y algunas palomas asustadas alzaban el vuelo perdiéndose a la distancia.

Entré rápidamente y de puntitas al departamento que albergaba un olor a “sueño”, se escuchaba el zumbido del refrigerador, algún ronquido y una t.v. encendida. Cauteloso, esperé detrás de la puerta de entrada a que regresara la llave que me había dejado pasar. Tardó 5 minutos, se escuchaba su voz a la distancia, parecía platicar con alguien, tal vez una vecina, no lo sé.

Las catarinas ya estaban en mis muslos, mi piel de ser color carne se tornó azulosa y después rojiza, se alimentaban de mí, y yo de ellas en muchas ocasiones, dejaba que comieran.

Se acercaba, subía las escaleras y los pasos eran más intensos, algo mencionaba para si misma, entró y empujó la puerta, cuando la estaba cerrando la tomé por detrás y sin piedad deslicé la hoja afilada y llena de ira sobre su cuello, la misma que empuñaba con mi corazón desde el comienzo, todo esto tomando en cuenta el ruido que podía hacer, el cual calculé sería mínimo, cayeron las gotas de verdad sobre el piso blanco y viejo, percudido, dejé que el cuerpo inerte que presentaba uno que otro pequeño espasmo reposara en el piso frío haciendo rápidamente un charco de sangre que formaba figuras diferentes, recuerdo que se dibujaba perfectamente un nomo que parecía bailar, me aseguré de que estuviera muerta y enterré nuevamente el cuchillo en el corazón en repetidas ocasiones, una mueca difícil de explicar se dibujaba en mi arrugado rostro, lentamente contemplé mi acción culminada y dejé que las catarinas acabaran de alimentarse, seguí por el comedor y la pequeña sala qué, se encontraban prácticamente juntas, entré a la cocina y me serví un vaso de agua, lo tome de un solo trago lo que causó una agitación en mi respirar.

Vi mi reflejo en un vidrio lleno de grasa que estaba cuarteado en el marco de la vieja cocina, calculo que los departamentos tendrían no menos de 40 años, salí de la cocina y seguí hasta el baño, era realmente pequeño, había algunos cepillos de dientes, un jabón casi terminado con cabellos, goteaba la llave y tenía sarro en ella, el cancel del baño era viejo, con grecas, hongos en las orillas, azulejo verdoso, shampoo, estropajo y cremas de baño adornaban la postal, un desodorante y un pequeño bote de basura se mantenían vigilantes. Salí de ahí no sin esculcar algunos cajones, pasta de dientes, jabones, pastillas, etc.

En el siguiente cuarto se encontraba todo en silencio, estaba ahí dormido un viejo, canoso, parecía de unos 65 años, roncaba suavemente, una t.v. cuidaba su sueño, un espejo y algunos cajones adornaban su entorno, estaba durmiendo de costado, despedía un olor a alcohol, algunas botellas vacías asomaban debajo de cama, los pies los tenía descubiertos y llenos de grietas, me acerque suavemente hasta donde estaba, me acosté justo atrás, lo abracé tiernamente y le susurré al oído…te comprendo, no hay por que matarse lentamente, yo te amo como deseaste que alguien lo hiciera en tu vida, no te miento, de manera tierna lo acuchillé por la espalda, pareció no importarle, sabía ya había muerto hace muchos años, parecía haberme estado esperando, no grito, no dijo nada, no hubo expresión alguna, lentamente se tiñó de rojo la colcha vieja y roída que lo acompañaba cuando necesitaba un abrazo, se tornó guinda, se empapó en poco tiempo, dejó de respirar mientras seguía apuñalándolo en el cuello y en la cara, en los riñones, en el hígado, en su espíritu, en su sueño perdido, en su amor cancelado, en su refugio temido, en la muerte de su muerte, en el llanto de su deseo, lo abracé nuevamente y le repetí lo mismo, te amo, tu no tienes la culpa, descansa.

Salí de la habitación con un dejo de tranquilidad, el tipo parecía habérmelo agradecido.
Se escuchaba más movimiento en la calle, gente saliendo y música sonando, olores a cocina, olores de colores irracionales, mentiras y sentimientos en el aire, seguía mi recorrido.

Se abrió otra puerta, me vi sorprendido cuando una pequeña corrió hacía mis brazos eufórica y me pidió en su lenguaje prematuro la sacara al parque y balbuceó la palabra papá, sonreí un poco y la tome en brazos, su sonrisa tierna se torno en dolor y seriedad, el semblante cambió repentinamente, como una pequeña máquina cuando se acaba su batería, se apagó su vida, al momento de tomarla en mis brazos le enterré el cuchillo a ella también, seguramente por su tamaño el daño fue mayor y di en algún órgano vital, ya que no le dio tiempo ni de llorar, su pequeño mameluco rosa se tornaba tinto, era mejor para ella pensaba mientras la seguía apuñalando, le susurraba al oído, no tendrás que perder tu inocencia, la gente es mala, también te amo, es mejor así, seguido de este acto una voz de mujer (calculo tendría unos 33 años) la llamó por su nombre, ¡Belleza! ¡Belleza! Te he dicho que no te salgas del cuarto, tengo sueño todavía, la mujer estaba enojada, se veía rara, salió de la habitación apresurada, se tropezó al doblarse unas de sus pantuflas, era obesa, sin gracia, cayo de rodillas y retumbó el edificio, quedó a mis pies, sus lentes cayeron, los pisé con odio y me miró asustada, parecía que gritaría, se quedó callada, me miró nuevamente alejada del lugar, su mente vagaba, parecía no saber que ocurría, miró a su hija, inerte, fría, tan bella, tan pacífica, unas lágrimas rodaron sin control por sus mejillas, pero no articulaba palabra, le sonreí, le di la mano y la ayude a pararse, la puse de pie, le tome por el cabello enmarañado, la acerqué violentamente a mí y le susurré también algunas cosas...

¿Has visto las flores últimamente, la guerra, la tierra, fabuloso no? ¿Qué me dices?

Llegó el momento en que pensé era muda, ya di qué rezas ¡O felicidad renacerá! ¡O felicidad acabará!

Y será lo mejor…

No me dijo nada, no se movió, la bese apasionadamente en la boca, en el cuello, en el alma, lamí sus senos, le toque las nalgas, su sexo, frote mi cara en sus deseos, pareció agradarle extrañamente, cuando se veía más confiada y caliente le enterré mi cuchillo brillante y afilado, fiel, fabriqué una escena, el teatro sin público y lo mismo, guerra, flores en el jardín, aromas dulces combinados con sangre, con emoción, valoraba ahora el amor, una caricia, no lo sé, y ella no lo sabrá tampoco.
Quedaba la ultima habitación, no había ruido, algunas prendas en el suelo, olía el cuarto a encierro, desesperación, a tristeza mezclada con esperanza, a viaje próximo, a suerte, a odio, a un amor flaco y plástico, a un uso desmedido de la mentira, retrospección burda, sin sentido, egoísmo concentrado, ansiedad de salir, ese olor era el indicado, lo reconocía, parecía que era ella, era la habitación, después de tantos años había regresado.

Me acerqué con amor, añoranza, reconocí su cabello negro, enmarañado, alocado, el olor de su piel, de su cuerpo, era inolvidable, su pasión, el aroma de su sexo dormido, sus figuras, era ella, sus manos, la pasión de dos amantes que se re encuentran, las ideas, las risas, un retroceso me pegó violentamente en el subconsciente, la amaba aún, la sentía tan cerca como si el tiempo no pasara, como si el amor no acabara, como si yo fuera ella y ella yo, todo este tiempo, su voz, el sonido de su risa, sus expresiones, su forma de ser, de caminar, de moverse incluso, sus gestos, todo regresaba y el alma se llenaba de regocijo sin parar, se inflamaba el pecho de sentir, la adrenalina subía, estaba vivo, me acerqué lentamente, con lágrimas en los ojos, con ternura desmedida le bese una mejilla, toque suavemente y casi imperceptiblemente su cuerpo, mi mente se llenaba de recuerdos, me sentía vivo, sonreía nuevamente, no se separaría de mi nuevamente, no me dejaría en este lugar oscuro vagando nuevamente, temblando, sin fuerza, estábamos otra vez ahí, lo habíamos logrado, lo había logrado, despertó, me vio de manera rara, como alguien que ve una visión, algo poco creíble, le entregué las flores que llevaba en mi mente, sus favoritas, me miró extrañada, le susurre al oído…

Te amo, te amo mucho, ya no estaremos separados nunca y enterré con todo mi amor el cuchillo que me aseguraría lo que le acababa de mencionar. 

JMR

24/5/11

Del corazón y el anhelo...

Tengo que confesar que robo noche a noche cada beso de tu hermosa boca, cada palabra, cada momento de felicidad compartirlo a tu lado, estoy sin permiso en tu pensamiento a cada instante, pagaría cualquier precio por que supieras cuanto te amo y la locura que siento por ti al tener un segundo de tu tiempo, tu atención y tu amor, no importaría que se secara mi ser entero vertiendo mis lágrimas en mi sueño ausente, en el desvelo y ansia de no tener tu cuerpo tibio a mi lado, el no saber por donde vaga tu cariño, perdido en el oscuro cielo del sur, la noche fría azota sin cesar el alma, el amor perdura en un recipiente cristalino, resguardado de la maldad del tiempo y la duda, de la ignorancia misma que deshoja poco a poco y con sutileza el calor de la cercanía, ignorancia que violenta los cimientos inciertos, deja la mañana una estela dulce del recuerdo, el acercamiento lento que mata la esperanza y por momentos la incrementa, el silencio corta suavemente la espesa noche, amargo es el trago de la mañana, sólo el pensamiento que aviva el sentimiento y forma parte de la fuerza, del seguir por...de otra manera no se concibe, es perdida, es inútil, palpita por ratos el cansado y gris músculo que paró un día por la noche, al separar su destino, al probar y poner a juicio el amor, la rutina misma y el condicionamiento, ¿esperar el amor?, seguramente difícil, se llega a concretar el temor en un instante, lo ilógico aparece y la posibilidad remota que se vislumbra como intangible se palpa el día de hoy, cada segundo separados y unidos a la vez, las formas rebuscadas del actuar, del querer ¿qué? Tu sonrisa se pinta en mis pupilas cada vez que desfallece la intención, surge apócrifamente la laguna de verdad, la distracción constante, el buscar el olvido en situaciones burdas, dinamitando el subconsciente, engañando al mismo ser, nada cambia a raíz de la destrucción, todo gira en torno al miedo, el ausente se queda congelado, sólo al decir lo que siento, sin verte, extraño tu voz, tonalidades de pensamientos traducidos en sentimiento puro y el sonido de tu risa, las almas se juntan en ocasiones y la caricia que mando noche a noche junto con un tierno beso que te cuida y hace que no me olvides... es lo que me queda a la distancia.
Te amo, estás en mi mente todo el tiempo y el tema de hoy...tú...otra vez mi amor.

JMR

23/5/11

Caida de Berlin...

Agradeciendo y lamentando a la vez,

REGULARIDAD

-15 para las 8; tomaba un vaso de agua, hacía tiempo que había mandado a un montón de “amigos” a la mierda, una pastilla de LEXOTAN como tranquilizante, miraba desde mi ventana un tanto nervioso y con regularidad la actividad de los vecinos, había días en los que no dormía y esperaba al tipo del diario, 5:00 a.m. normalmente lo recibía, hojeaba un poco, tal vez escribía, pero lo más importante pensaba, imaginaba y me perdía en una película que creaba a partir de los sonidos e imágenes que acontecían a mi alrededor, ponía una música al vuelo de las aves, una canción a una escena desarrollada por una pareja en la calle, besaba de manera cotidiana la sensación de los transeúntes, violaba sin mala intención su privacidad, me parecía que era un DIOS en potencia, de alguna manera bizarra generaba historias a mi gusto, desechando por supuesto las cosas que aborrecía, un ejemplo claro era como trataba siempre de influir en las decisiones de vecinos, conocidos o amigos, realmente era un tema aparte, el gato me susurraba al oído en ocasiones como comportarme o que decirle de manera asertiva a las personas.

Esa noche tratando de conseguir remedios caseros y conjuros, me perdí y consultando algunas páginas en la red di con el CV de un viejo amigo de la universidad, en realidad no recordaba su segundo apellido pero aquella mirada y la cicatriz que lo caracterizó por el apodo que le dieron (el alcancías) eran memorables, se leía; “El exitoso y reconocido Dr. Sanualjes ha sido congratulado por su vasta experiencia e investigación en hipnotismo”, era un ramo de la psicología un tanto olvidado, aparecían algunos teléfonos y un link, una curiosa nota decía en letras casi imperceptibles:

“No hay responsabilidad por parte del Dr. sobre su subconsciente”

Me pareció extraño pero decidí hacer la llamada…

Camino al consultorio me sentí un tanto extraño, tomé la Av. Principal y me dirigí a un bar en el cuál se leían los partidos de octavos de final del torneo uruguayo, pedí una cerveza primero y me quedé sentado en la barra mirando al horizonte, el móvil sonó un par de ocasiones, pero aquél trance era más poderoso, estaba hipnotizado por las curvas y líneas que atrapaban el alma de aquella mesera, sin pensarlo demasiado la llamé hasta mi mesa preguntándole su nombre, no me contestó y apenada me dijo que enseguida llamaría a mi mesero…la música de fondo era una canción conocida, no recordaba su nombre, sin duda era una de tantas de las que mi padre tarareaba y balbuceaba cuando llegaba ebrio a casa y discutía con mamá, faltaba 1hr. para que diera inicio mi consulta, había poca gente en el lugar, a decir verdad sólo éramos 5 personas en total cosa que no me pareció nada extraña, ya que un bar no alberga mucha gente a las 12 del día; me dirigí a la rocola para tratar de leer el nombre de la canción que sonaba sin éxito, pedí un trago más, ron con coca me preguntó el mesero y asenté sin dudar con un guiño, el calor era casi tropical, por la puerta se alcanzaba a ver entre el abrir y cerrar el asfalto que se distorsionaba por el efecto del sol, turbia la escena, me interrumpió el viaje una mano que colocaba el vaso en mis narices…olor a alcohol.

Faltaban 15 para la consulta, comencé a sentirme un tanto nervioso, miré nuevamente a la mesera, me recordaba a alguien, aún no descifraba el rompe cabezas, llevaba ya 5 tragos, la sensación de livianes hacía ya efecto en mi cuerpo, faltando 5 decidí llamarla a mi mesa…

-¿A qué hora termina tu turno?
-Ya terminó, sólo tengo que limpiar algunas mesas y será todo por el día de hoy
-La miré fijamente a su mente, la tomé suavemente de la mano (la apartó rápidamente)
-Disculpe pero no nos dejan tener ningún tipo de contacto con los clientes
-Yo ya he pagado y voy de salida, así que no soy un cliente más (sonreí)
Se dio media vuelta y se fue a cambiar a la parte trasera del bar, decidí esperarla, tardó casi 1 hr., yo esperaba cerca de ahí, para ser preciso en la esquina, había una tienda, la señora que me pregunto por lo que consumiría me recordó a mi abuela, le compre un cigarro, lo encendí y esperé mientras el aire consumía el tabaco de mis pensamientos, me parecía ya haber estado ahí con anterioridad, esperé un poco más y cuando estaba a punto de irme y dejar escapar ese suspiro voraz, al fin salía.
La seguí unos 15 metros, me miró por encima de su hombro y le pregunté su nombre…
-Valeria, me llamo Valeria

Un escalofrío recorrió mi piel, una angustia explotó en mis sentidos de manera extraña, sabía que era ella, era como una imagen acrónica, algo distinto atrapado en mis sentidos, en otro sitio, en una historia ajena pero extrañamente entre lazada, respiré agitado.

La dejé ir unos segundos, suspiros ahogados en un recuerdo sin brazos, se nublo mi vista, una vez más estaba en ese escenario que me permitía ser yo, tenía un miedo inexplicable y un gozo interno indescriptible, parecía que un escarabajo caminaba en mis oídos mientras mi cabeza retumbaba como si un enjambre de abejas habitara en mi cráneo, seguí tu olor nuevamente y te alcancé, Valeria… repetí, mucho gusto Valeria, yo soy Humberto, Humberto Rivas, disculpa que te siga, pero quedé intrigado, a decir verdad un tanto impactado por tu belleza, pero también por tu parecido físico con una persona que no veía hace mucho tiempo, espero no molestarte si te acompaño a casa, ella me miró un tanto animada; no te preocupes, a mi casa no, pero acompañarme al metro, está a unas cuadras de aquí, la seguí pensativo, era hermosa, tenía unas piernas largas, una cabellera oscura y una piel muy blanca, sus ojos color miel le daban una sensación de anestesia al cuerpo que afectaba en mi caminar, llegamos al metro, me sonrío y me agradeció por haberla acompañado, le di un abrazo, algo espontaneo, la besé y sin decir nada la jalé hacia la entrada tomando su mano fuertemente. No hablamos por un par de minutos, se escuchó la sirena del metro que estaba por arrancar, la gente me miraba de forma extraña, dejamos que todos subieran y se apretujaran en los vagones, murmuraran e insultaran, el calor era terrible, asfixiaba el olor de la goma de las llantas, un olor a suciedad citadina invadía el ambiente, una gota de sudor recorrió mi frente, se deslizó desde el centro de mi cabeza, y cayó en la punta de mi nariz, uno tipos gritaban, otros golpeaban el vagón para que arrancara y todo esto mientras nos mirábamos a los ojos directamente, mi vista periférica alcanzó a captar a un sujeto que lascivamente miraba las nalgas de mi acompañante… una melodía popular sonaba de fondo y desaparecía mezclándose con el sonido de las puertas del metro cerrándose, algunas pisada que corrían apresuradas para tratar de irse en ese viaje y el violento arrancar del mismo.

Mientras el color anaranjado del vagón servía de escenario y se barría como en la toma de una fotografía nuestros cuerpos se fundían en un beso, estábamos haciendo el amor con los labios mientras el viento levantaba su falda hasta sus muslos y el reloj marcaba las 19:38 p.m.

Al final la acompañe hasta su casa, era en un barrio conocido, todo muy iluminado pero solitario, con un ambiente lúgubre diría yo, parecía incluso haber un poco de niebla en las calles y una lluvia tenue comenzó a mojar mis párpados, se filtró hasta mi corazón, llegamos hasta las escaleras que daban a la entrada, la lluvia comenzaba a arreciar, la tomé de las manos, me miró tiernamente y me confesó al oído algo que no esperé… me alejé un tanto sorprendido, asustado, solté sus manos y eché a correr lo más rápido que pude a la avenida más cercana, era increíble, pretendía no haberlo escuchado, mis piernas ardían y se movían por si solas, pareciera que mi tronco estaba suspendido, la lluvia arrogante empapaba mi cara y las lágrimas se confundían con el agua, el cabello empapado no me dejaba buena visibilidad, cruce las calles sin parar, llegué a la estación más cercana y me dispuse a entrar de manera agitada, de regreso a casa ya en el vagón, algunos regresaban ebrios de alguna fiesta, otros inhalaban “mona” y cargaban a su santo, otros cargaban culpas y otros solo estaban, hervía mí ser, la cabeza me daba vueltas, el movimiento del metro sacudía mis ideas, anunciaban las estaciones mientras mira fijamente en el suelo un chicle masticado con la huella marcada de un tenis, la mirada perdida, mal olor, calor insoportable, ya casi llegaba, quedé pensativo, me levanté del asiento, una pareja se besaba sin pudor en el último asiento del vagón, un par de hombres se tocaban el pene mientras coqueteaban entre ellos, me recargué en la ventana de la puerta, el reflejo de mi perfil me vigilaba, luces, autos, edificios, funerarias, prostíbulos y putas en las esquinas, baje en la estación que correspondía, camine lentamente entre un aire frío y sombrío, camine por las escaleras de salida, parecían interminables, piernas cansadas, el cuerpo me pesaba, pase por una cerveza a la tienda de la esquina, saque las llaves de mi bolsa derecha del pantalón, tenía esa extraña sensación de que alguien me seguía desde casa de Valeria, no había volteado por temor, sentí una respiración muy cerca del hombro, apresuré el paso, nerviosamente traté de introducir las llaves en la cerradura sin éxito, la paranoia crecía, cayeron al suelo, las levanté torpemente, al fin metí la llave y gire lo más rápido que pude y de un aventón cerré la puerta y mire mi reflejo en el cristal de la misma, no había nadie, pulsé el botón del elevador y esperé mirando el indicador de piso a que iluminara el PB, abrió y cruce la mirada con un tipo que nunca había visto en el edificio, comenzaba a llover y ya eran más de las 22 hrs., abrí el depto., todo estaba en calma, tranquilo, oscuro, no era una oscuridad normal, había algo raro en el ambiente, sonidos extraños, tal vez el mal viaje que había ocurrido, me senté en la sala, encendí un cigarrillo y mi lap top para tratar de terminar el reporte que me habían solicitado en el trabajo, después de 2 caladas me dio un mareo, caminé hasta el refrigerador y metí la cerveza que acababa de comprar, tomé una lata de ron preparado, no eran mis favoritas pero me refrescó, comencé a llenar las fórmulas, el Excel no daba, no estaba concentrado, apagué la lap, encendí el televisor mientras los grillos a la distancia bailaban, platicaban entre ellos, tocaron a la puerta, decidí no abrir, insistieron, insistieron con dolo, patearon la puerta, me daba igual, no quería verlos, se fue el cable, la tele a negros, di otro sorbo a la mezcla y la terminé, fui por la cerveza, mientras recorría el techo de la habitación con la vista se detuvo en una araña que colgaba de una de las esquinas y se retorcía mientras envolvía a la mosca ya inerte en un capullo de tela… tomé una revista vieja, chismes de farándula absurdos, sonó el teléfono, dejé que la máquina contestara….silencio, se escuchaba una respiración en la grabación, no le tomé mayor importancia, subí las escaleras, entre al baño y refresqué mi rostro en repetidas ocasiones, el calor era molesto, escurrían las gotas de sudor por mi nuca sin parar, abrí el estante que simulaba un espejo, tomé un par de pastillas para el dolor de cabeza, descendí, me senté de nuevo en la sala, todo estaba muy callado, repasé los momentos acontecidos hace unas horas, no parecía que fuera posible, no era ella, pasaron alrededor de 30 min. Me quedé dormido sin sentirlo, sostenía la cerveza en la mano izquierda, la derecha sostenía mi quijada chueca, los ojos se habían cerrado sin saber, me despertó el ruido del envase estrellándose en el suelo, brincaron los pedazos por todo el piso y se formo una figura extraña con las sobras del líquido, entre sueños y todavía adormilado escuche a lo lejos la tubería de la casa, ya eran más de las 2 hrs. del siguiente día, el agua parecía recorrer toda la pared, el papel tapiz parecía desprenderse de a poco, mis ojos estaban pesados, ardían, tenía la sensación de arena en ellos, casi no los podía mantener abiertos, encendí la luz y me cegaron los reflejos en los pedazos de vidrio, la pagué de nuevo, caminé un poco y casi tropiezo con el escalón que da acceso a la sala, seguía escuchando a lo lejos ese ruido de cañería, entre más me acercaba a la pared me daba cuenta de cómo los sonidos cambiaban, apenas podía sostenerme en pie y una sensación de abandono entró en mi cuerpo, no podía sostener los ojos abiertos, de pronto un escalofrío recorrió mi espalda, se fue la luz y estaba ahí, la ventana permitía entrar algunas luces de los faros de los autos que pasaban por la calle, el sonido de cañería se había transformado en tambores, comenzaron a ser intensos, rítmicos, me confundí, me dio miedo, ansiedad, traté de acercarme a la pared y poner mi oído lo más cercano y apretado a la pared, los tambores seguían, algunos lamentos a manera de cántico comenzaron a mezclarse, mientras más escuchaba mas fuertes eran los tambores, me retiré asustado, tu recuerdo me lleno la memoria hasta ahogarla, en medio de la oscuridad caí desplomado cerca de uno de los sillones de la sala, todavía atontado me arrastré por el suelo hasta poder sentarme, inmediatamente la sensación de que me miraban se hizo presente, traté de gritar y esa fuerza y sonido se ahogaron en mi pecho mientras derramaba de mi boca desesperación, el olor de la habitación cambió, levanté la vista y en el pequeño espacio que quedaba entre el respaldo de la sala y mi espalda pude sentir como se hundía poco a poco mientras se intensificaban los tambores que imitaban un ritual estilo vudú, sude frío y me quedé petrificado, los hombros los sentí pesados, claramente alguien o algo estaba ahí acompañándome.
Estiré mi mano temblorosa a la mesa de la sala tratando de palpar algo sólido, me detuvo una voz que me dijo, me perteneces, no lo intentes, se que puedes pensar que esto es un sueño pero no es así, no te hables a ti mismo queriendo desvanecer las sensaciones o despertar, esto es real y hoy es el día en el que morirás, respiraba con dificultad, la voz que no se identificó pero presentía era un ente oscuro, el diablo e inclusive la muerte misma mencionó; se que no crees que esto sea verdad, no te preocupes, yo no doy pruebas generalmente pero haré una excepción contigo, ya sé que quieres correr y salir de esta casa, pero no puedes, mira… cuando cuente hasta 3 te quedarás inmóvil, sin fuerza y no podrás hacer nada aunque te esfuerces, 1…2…3, en ese momento mi mente se desenchufó, me perdí en un tipo de nirvana, todo mi ser se había vertido en el espacio, ya no era, no podía tener control sobre aquél cuerpo que miraba desde otro plano, la voz me indicó, ahora cuando haga un chasquido con mis dedos regresarás a esa habitación y será tú, te podrás mover, tendrás control una vez más, un chasquido retumbó en mi ser, dolió y con la sensación misma de haber recibido una paliza me moví de a poco, hasta que recuperé la conciencia, la voz me susurraba en el oído; hoy te vas a morir, he venido por ti, no puse resistencia pero le pedí que me dejara despedir de mis seres queridos, en ese momento me calló súbitamente y me comentó que eso era imposible, ya no podrás despedirte de tus amigos, tus papás, tus hermanos, olvídalo, de nadie, voltea a ver en donde estás, reprochó, empecé a recorrer la habitación con la vista, si efectivamente Humberto, esta es la sala del departamento donde viviste de niño, es la misma, mira las cortinas, las sillas del comedor, los retratos, las flores que tu mamá solía poner en esa mesa, la melancolía me devoró las entrañas por 5 segundos, me quedé sin habla, aquí puedes ver el cuarto en donde dormías con tu hermano, las literas, puedes ver a través de las paredes, no tengas miedo, el baño donde te rompiste los dientes, la silla de tu abuela, lloraba por dentro pero el miedo tapaba mis intenciones, no hay salida, has desperdiciado la vida, los momentos que se te dieron, es hora de irnos, miré hacía la ventana, una montaña enorme y frondosa casi tocaba las paredes, una tormenta eléctrica dejaba ver los árboles y los caminos entre la oscuridad, veredas, a la distancia, se veía la luna, me levanté lentamente del sillón, nada me detuvo, me acerqué hasta la ventana, rompí de un golpe el cristal, mientras me sangraba la mano y escurría por mis piernas y mis pies la lluvia mojaba mi marchito rostro, me sentía vivo, tomé aire y con todas las fuerzas que un condenado puede tener grite, un grito desesperado y liberador, la luna volteo, los árboles me miraron y el agua arreció, al fondo pero no muy lejos las montañas cubrían un cañón que llevaba un camino hacía el fondo de la montaña, un barranco guardaba los secretos de muchas vidas, sin pensarlo salté al vacío, para mi sorpresa caí en agua salada, el mar oscuro y poderoso me mecía entre su espuma y me arrojaba hasta la orilla, me incorporé, la presencia me habló nuevamente, me dijo tajante, tienes una oportunidad, me señaló un frasco y con un tono burlón me dijo; ¿sabes qué es esto?, le contesté un frasco, no, no es un frasco, es tu salida, me explicó que para detener mi partida tenía que llenarlo hasta la medida marcada con semen, si lo logras te salvas y podrás disfrutar lo que despreciaste, si fallas y no lo llenas morirás, es la vida misma, el origen, me quedé callado y pensé, no parece complicado y no pierdo nada al intentar, todo palideció, un destello de luz que me hizo sentir como si flotara cegó mis ojos, desperté aturdido y en la mano sostenía el recipiente lleno hasta la medida indicada, la felicidad y paz que sentí fue inmensa, la voz se hizo presente, me arrebató el bote y me dijo; fallaste, está fuera de la marca, lo miré enojado y sorprendido, le reclamé, lo había llenado, lo había hecho, no le importó y arrojó el recipiente con el semen al suelo, cerca de un árbol, de manera impresionante creció en segundos y comenzaron a caer diversos frutos, los frutos del mundo, rió burlonamente y me dijo, es tiempo de irnos, me aferré a la tierra, me negué, corrí hacía mis primeros recuerdos, regresé a mi esencia, grité y reí como si estuviera loco, memoricé mis deseos, recordé en un segundo mis mejores momentos en la mente, pedí perdón a los que dañé, abrace a mi familia y a mis padres sin tabús, fui yo…
Un chasquido me hizo despertar bañado en sudor y lágrimas, estaba tirado en un piso blanco y frío, casi convulsionando, como una reacción involuntaria abracé al Doctor en ese momento, lo miré y me extendió un pañuelo desechable mientras me repetía nerviosamente, ¡estás aquí, estás aquí, regresa, regresa¡, di un giro rápido, el destello estaba ahí, lo tomé sin pensarlo y con decisión y sin dudar lo enterré, corría de a poco por sus órbitas un antifaz tinto, observaba mi reflejo en el vidrio que cubría del polvo un viejo diploma obtenido por el Doctor en el extranjero, pensé en la frase de su anuncio “No hay responsabilidad por parte del Dr. sobre su subconsciente” mientras lo balbuceaba y mis ojos estaban desorbitados, allí estaba ella otra vez…

JMR

GUAYABITOS, TIERRA DE NADIE

Población: Cuernavaca, Morelos
Comida: Tacos Acorazados, Tacos al vapor de Res
Oriundos: Cuernavaquenses y Guayabos
Tradiciones: Miércoles de libertinaje y respiro a mitad de semana

Por mi experiencia, siempre había visto esta ciudad como noble y aburrida, sin complicaciones; pero en este primer mes que llevo explorándolo en mis ratos libres, me ha sorprendido de manera grata y atemorizante.

La idea que tenía era de un “GRAN PUEBLO”, pues la vez que había venido de relajación realmente era muy tranquila y retrograda… 

Pero mis sorpresa comienza con mi cuarto viaje en coche (taxi), cansado de la cotidianeidad de las rutas (micros, peseros, etc.), decidí aquel día tomar un coche.

En cuanto aborde al taxista con facha de campesino, me imagine que podría tener una charla interesante e inusual con él, pues me sorprendía que pudiera manejar un vehículo (soy sarcástico).

Buenas, al Chedraui (en realidad mi dirección era SORIANA), se me queda viendo y me dice “Pues a donde va joven”, eso fue lo que alcance a entenderle a ese tonito pueblerino que se cargan acá. 

A donde PEMEX le digo yo; es SORIANA, sobre Plan de Ayala dijo él; si... ahí mero porfa (con mis costumbres citadinas); no pasaron más de 3 minutos cuando me sorprendió lo que me dijo con su lenguaje precoz; ¿va a ver a las muchachas?; mi respuesta fue obvia y hasta cierto punto de su nivel 

¿Qué? Me respondió de manera lenta casi como Casiopea en aquel cuento infantil; si ahí donde están las muchachas, ¿eso quiere ir a ver?; y de la nada, de manera inconsciente ya esta preguntándole por las muchachas sin saber lo que estaba hablando con aquel individuo, esa fue la mera reacción subconsciente de todo hombre con el espíritu aventurero, le dije ¡a chinga! ¿Cuáles muchachas?

Pues las que están ahí, las que uno puede ir pa´ coger y sin broncas, le paga sus pesos y listo, se puede ir ó continuar cogiéndose a las que la billetera le de autorización, (otra manía mía es hacer cuentas de manera inmediata para saber que tan preparado estoy para cualquier acción), me quede callada por unos segundos haciendo las cuentas, cuando me lanza otro madrazo de la nada este pinche viejo; yo ahí tengo mis 3 viejas… bueno no son mis viejas, viejas, pero si son las que me coge siempre, porque sabe una cosa joven… yo se las mamo si quiero y me las cojo sin condón, pues no me gusta esa madre. Y no pude hacer una pregunta más estúpida que la que broto de mi cabeza ¿Cómo?; pues así; me contesta aquel chofer que para esas alturas ya no importaba si aquel guayabo olía mal, si usaba huaraches ó andaba pedo, ya me había atrapado con sus preguntas.

Pues llego y cuando son nuevas es decir que no han trabajado aun y van llegando de sus casas, pues ya me conocen y por 90 pesos me las cojo y se las mamo, eso sí, ese precio es para mí porque ya me conoces, ellas cobran entre 250 ó 300 depende de la puta, de lo buena que este y de que quiera coger o le gustes o cualquier pretexto, pero si quiere coger a dos putas al mismo tiempo le cobran 600 pesos por las dos, esa es la promoción. Una vez más analice que me alcanzaba el dinero para darme a dos putas en ese momento si lo quería; esa casa es muy famosa joven, muchos van para allá me termina diciendo aquel hombre de 55 años; mi siguiente pregunta ya con la cabeza más fría y asegurándome de no hacer otra obviedad, le termine diciendo ¿a ver, como está el show?  ¿Donde están, pues he pasado por ahí y no he visto ni madres, en donde es, a partir de qué hora o que pedo?

Pues es todo el día, pero cuando esta prendido el foquito de aquella casa es cuando están la mayoría y hay hasta para escoger.

En el transcurso de esta plática, ya habíamos llegado a mí destino. Me despedí del Don y se fue a seguir su jornada laboral de ruletero.

Al siguiente día en pleno rayo de luz tengo que salir de la oficina para checar unos precios que me encargaron, esta vez iba con una persona de mí edad, guayaba a leguas y sencillo.

En mí manía de hacer plática una vez más empezamos hablando de cualquier tontería, hasta que me comento que si conocía a su prima, lo cual obviamente me extraño, pues ¿Cómo chingados podía conocer a su prima?, el chisme era que, su prima según las palabras de mi acompañante estaba re-buena (con cuerpo impresionante), a lo cual preste más atención y mis preguntas en la plática se volvieron más descriptivas de la prima. ¿Cómo es? ¿Qué tan buena esta?, etc.

Después de que mi acompañante me diera una breve descripción sobre su prima, lo más impactante fue cuando me dijo que era una cabrona que andaba con muchos güeyes, a lo cual mi mente lanzaba la siguiente pregunta incontestable como ¿me la podre dar? 

Siguiendo con la plática, me dice, es más, es tan desmadroza que me la ando fajando y ya le dije que le voy hacer un hijo. Ya no indague más pues realmente entendía que se practica el incesto de manera natural por estos lares.

Los siguientes días pasaron como llave abierta por descuido de cualquier lavabo de casa.
Ya a 4 meses de adaptarme y vivir en Cuernavaca como un guayabo más, me doy cuenta que en realidad es una ciudad noble y tranquila, hasta cierto punto; ya que todos los días se puede deslumbrar en el periódico local las noticias más amarillas de la zona geográfica, “mostrale su pilin a la nuera”, “chavito borracho choca contra un árbol”, “narco tienda encontrada”, son algunos ejemplos de los titulares de dicho periódico.

Es el mes de Mayo y realmente el tiempo se ha pasado volando, no tanto como el clima; un calor infernal que incita a estar en la alberca todo el día con unas cervezas bien frías y desperdiciando el mayor tiempo posible.